lunes, 20 de mayo de 2013

¿Cómo enfrentarse a un estado de entropía constante?

John F. Kennedy dijo: "No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país". Esta frase trasladada a España, en la actualidad, debería hacerse como: “Me pregunto si mi país va a hacer algo para dejarme que le ayude”. En realidad, parecería casi irónica si la hiciéramos como la formuló el famoso Presidente y la respuesta iría acompañada de comentarios sobre el desempleo, la sanidad, la educación o las reducciones en los servicios y en el gasto público.

Sinceramente, creo que el problema es que ni nuestros gobernantes ni nosotros mismos hemos querido aceptar el cambio de escenario. Es difícil aceptar los cambios, sobre todo cuando son a peor, parece preferible decir que estamos en una crisis, que históricamente ha sido temporal, a decir que vivimos un sueño y que, por supuesto, a partir de ahora estamos en un estado de entropía constante. En este escenario sólo hay una cosa segura, para ayudar a los demás y a nuestro país, primero debemos ser capaces de ayudarnos a nosotros mismos.

Pero, ¿cómo enfrentarse, a nivel personal, a este estado de entropía constante?

Antes de nada debemos ser realistas, entender la situación actual, comprender nuestras propias limitaciones y, sobre todo, conocer las reglas que rigen este nuevo entorno. Después debemos ser capaces de diseñar nuestro propio plan, basándonos en el cambio de reglas, incluyendo nuestro propio trabajo y, por ende, nuestro propio futuro. Hasta ahora nos podíamos apoyar en los demás, en el estado y sus ayudas, o incluso en la dinámica del mercado. Sin embargo, en el nuevo status nadie hará lo que no vayamos a hacer nosotros mismos.

En realidad, nosotros y sólo nosotros vamos a diseñar nuestro futuro. Es más, quizás no sea muy distinto el entorno de trabajo al que tuvimos antes de el sueño de la “prosperidad eterna”. Dos de las reglas mencionadas en este foro, la regla del coste de oportunidad y la regla del caleidoscopio serán fundamentales a la hora labrar el propio futuro. Mientras la primera es fundamental para elegir la decisión correcta entre las distintas alternativas que tengamos, la segunda nos ayudará a conseguir una visión adecuada del mercado encontrando los nuevos mercados a los que nos tenemos que dirigir y, por tanto, establecer en ellos el futuro crecimiento de la organización.

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