martes, 9 de diciembre de 2014

¿Por qué hablamos de innovación y nos olvidamos de las personas?

Cuando hablamos de transformación, de cambio, de competitividad, en muchas ocasiones hacemos referencia a la innovación. Siendo ésta un elemento imprescindible en el éxito futuro de las empresas y las organizaciones, a veces se banaliza su uso y su importancia pues se ve como un fin cuando en realidad es un medio y, sin embargo, como medio, requiere muchos condicionantes dentro de la organización para que sea eficiente.

Desgraciadamente, la memoria del ser humano es débil y olvidamos fácilmente o, quizás, preferimos no recordar. Peter Drucker dice que “la cultura se desayuna cada mañana a la estrategia” y, sin embargo, cada mañana cientos de directivos ponen en marcha proyectos de innovación olvidándose de las personas y de la cultura empresarial.

No se puede empezar un proyecto de innovación sin convencer a la gente que debe cambiar, porque la innovación es un proceso de cambio, tanto en la forma de pensar como en la forma de actuar. Los procesos de innovación afectan a toda la compañía, desde la dirección general hasta el personal operativo debe ser consciente y participe del objetivo del proyecto de innovación. Sin cambio cultural no puede haber un cambio hacía la innovación en una empresa tradicional, no vale con decir vamos a innovar para vender más. Si cambio mis productos y no cambio, formo o preparo a mi equipo de ventas, ¿cómo puedo esperar vender más?

Innovar implica liderazgo, pero liderazgo participativo. Recuerdo un consultor externo en una compañía en la que trabaje, una persona realmente brillante, con una capacidad de comunicación sin igual, reconocido en el mercado y con un liderazgo natural. Era tan líder que, salvo el presidente, ningún directivo de la compañía se atrevía si quiera a toserle. Desgraciadamente nadie está en posesión de la verdad o, al menos, todas las verdades son mejorables.

Existe cada vez más en compañías en puesto de director de innovación, hace un par de semanas quedé con uno a comer. Estaba realmente interesado en que me contase cómo estaban abordando los proyectos, el cambio, la aproximación al cliente, el entorno participativo, después de la comida, me explicó que realmente había un comité que analizaba (sesgaba) la información recibida y confirmaba las suposiciones (ideas) de la dirección general. No pude evitar recordar la anécdota del lanzamiento del nuevo sabor de Coca Cola en los años 80, cuando Roberto Goizueta, tras unos test ciegos de producto, embarcó a la compañía en una decisión que le costó muchos años de recuperarse como consecuencia de “tener que” cambiar. Innovar no es una forma de justificar decisiones, es adaptarse y adelantarse al mercado. Steve Jobs, decía que “no se pueden crear productos después de analizar grupos cerrados, a veces no saben exactamente lo que quieren”, es verdad, pero Jobs era único.

En la misma compañía que comenté antes, recuerdo que un Jefe de Producto que, un día, después de meses de desarrollo de un producto “revolucionario” se me acercó y me preguntó cuántas unidades se iban a vender. Sorprendido le respondí que me lo dijera él que se suponía había preparado los estudios de mercado para el cliente final y para el canal. Un año después tuvo menos del 0,5% de aportación a la facturación de la compañía.

Evidentemente hay que ser proactivos hacía el mercado, es clave, estratégico para las compañías en la búsqueda del éxito y es un punto crítico en el proceso de innovación pero teniendo claro el cuadrante estratégico de los segmentos de clientes a los que se dirige o quiere dirigir e, indiscutiblemente, gestionando las curvas de valor asociadas a los mismos.


Hay que dirigir personas y organizaciones, no pensar que una visión llega hasta el final sin recorrer un camino.

domingo, 12 de octubre de 2014

Año 2.014. Bienvenidos a la sociedad de la desinformación

Año 2.014, estamos en plena era digital y de la sociedad de la información, y, sin embargo, probablemente es el mayor momento de indefensión social de la era moderna.

Una clase política corrupta que ha provocado el desencanto de una sociedad cansada de mentiras, medias verdades, decisiones dudosas con  un doble trasfondo en sus objetivos y, sobre todo, falta de líderes convincentes y creíbles en los que poder recuperar la confianza. Donde la izquierda y la derecha han muerto, sus convicciones e ideales, tanto económicos como sociales, están colmados de incoherencias por ambos lados. Desde los servicios sociales gratuitos pero sin querer pagar impuestos para tenerlos o el más puro egoísmo de grupos que se autocalifican como demócrata-cristianos, cada paso que se da es un nuevo punto hacía esa incoherencia anteriormente referida y que nos recuerda que en 50 años el sentir la sociedad, quizás, haya cambiado menos de lo que se puede pensar. No tendría más de 10 años cuando leyendo un artículo sobre The Rolling Stones que se refería a (I cant get no) Satisfaction como la canción que mejor trataba el sentir de una generación. Más de 50 años después podríamos decir que la situación no ha cambiado en absoluto, porque por mucho que intentemos cambiar el mundo y nuestro entorno, de momento, no sirve de nada.

Éste sentir está teniendo su reflejo en distintos fenómenos sociales que se están produciendo. Desde iniciativas separatistas temerarias a la aparición de grupos políticos con programas utópicos, y en ambos casos, con un notable nivel de seguimiento social consecuencia del desencanto generado. Además, si no fuera suficiente con la situación, tienen poderosos aliados: un nivel cultural que quizás no es el deseado, nuevos medios de comunicación difíciles de gestionar con éxito pero de gran impacto  y una situación económica que ayuda a que decisiones o planteamientos temerarios sean escuchados con un entusiasmo difícil de creer.

Así, la sociedad de la información, en la que se presume que todos tenemos el conocimiento necesario para sacar nuestras propias conclusiones, se ha fusionado con la sociedad del desencanto, ávida de escuchar noticias, tanto buenas como malas, que den esperanza o que aviven el desencuentro social indistintamente. El resultado, nunca la gestión de la información había tenido tanto impacto como en el momento actual; vivimos al instante escándalos sociales y políticos, desconocemos si las noticias son reales o cortinas de humo, centrar el foco de la atención pública es sencillo, todos somos influenciables por todo y siempre tenemos la capacidad de crearnos nuestras opiniones e, inconscientes de nuestra ignorancia, compartirlas sin pudor.

Y, la verdad, es que independientemente de nuestro conocimiento y de la solidez de nuestras opiniones, estamos a merced de las informaciones que recibimos. Podremos decir que esto ha sido siempre así pero ahora existe un efecto amplificador, ya que no sólo estamos condicionados por los medios de comunicación tradicionales como en el pasado, si no que además tenemos centenares de impactos provenientes de otras fuentes, en especial de los “Social Media”, que contrastadas o no, condicionan nuestra visión de los acontecimientos creando certeza sobre la confusión y confusión sobre la certeza, independientemente de la realidad de los hechos.

Meses atrás Jordi Evolé, con su genialidad habitual, inventó una historia provocando que, durante un par de horas, toda sociedad española se preguntase si el 23-F había sido un fraude y si todo era una invención. Al igual que Orson Wells que, en su famoso relato radiofónico sobre la Guerra de los Mundos, consiguió un auténtico revuelo, generando caos y confusión, hizo que una historia de ficción pareciese tan real como la vida misma, creíble y convincente. En ambos casos las historias que, pensadas en frío, parecerían una locura o una alucinación pero que uniendo la sorpresa, el realismo y, por supuesto, una gran dosis de magia en el arte de la comunicación, sumieron en un mundo de ficción a millones de personas. Si lo comparamos con la situación que vivimos este Octubre en España ambas historias parecen un juego de niños.

Este Octubre español podrá pasar a la historia por muchas cosas, pero cualquiera de ellas, por real que sea, parecerá más propia de una novela o una película que de la vida real. ¿Qué pasa si todo es una “Cortina de Humo”, como en la película de Barry Levinson, basada en la novela “American Hero” de Larry Beinhart?, en la misma, un asesor del gobierno estadounidense (Robert De Niro) que contrata a un reconocido productor de cine (Dustin Hoffman) para narrar con todo detalle una guerra con Albania, distrayendo así al público de un escándalo sexual que involucra al presidente. Por supuesto, para que todo sea más real y, sobre todo, más impactante, hay una situación límite y, lógicamente, un héroe, porque como también dicen en L.A. Confidential, siempre tiene que haber un héroe.

La crisis del ébola y el escándalo de las tarjetas negras de Bankia, son de por si suficientemente increíbles para ser el guión de una película. Si no es difícil entender como se pueden hacer tan mal las cosas y, además en un mismo momento del tiempo pero y si todo es una ficción, y si el único objetivo es desviar la atención y llevarnos al final que quieren, y si… demasiados y si, pero ¿qué sabemos en realidad?

Es tal el despropósito que nadie puede pensar que es real. No voy a entrar si debían traer a los dos infectados o no, pero si se deciden traer debe haber un plan de acción claro, con protocolos definidos y con planes de contingencia perfectamente orquestados para evitar problemas posteriores. Pero independientemente del desastre organizativo todo parece parte del guión de una película: la historia de Excalibur; un Consejero de Sanidad sin un átomo de humanidad y con una visión política negativa; la atención médica que le envía al Hospital de Alcorcón; una Ministra que acaba de cabeza de turco; un caos en las redes sociales y en las herramientas de comunicación digitales; desde Facebook a Whats App; un escándalo económico en paralelo; el problema de Cataluña; y, por supuesto, una Teresa Romero luchando por su vida. Merece, quede claro, mi máximo respeto y admiración, y estoy seguro todos esperamos pueda recuperarse lo antes posible. Víctima inocente de decisiones políticas que, como de costumbre, dejaban demasiados cabos sueltos al azar.

Pero y, ojalá fuera así, si (casi) todo es ficción. Y si no existe Teresa y es una forma de desviar la atención para que luego se salve milagrosamente una vez hayamos pasado la vergüenza de las tarjetas y la situación de Cataluña en segundo plano, porque ¿alguien ha visto a Teresa?. Eso sí, en el camino, el caos, quejas al gobierno y manifestaciones. Pero si todo sale bien, ponen una cabeza de turco, la lenta y poco planificadora Ministra, y una heroína, Teresa.  Y este gobierno, implicado con los que ayudan a los necesitados, salva vidas y da una solución brillante tras un inicio desastroso de gestión.

O peor, y si incluso ha fallecido ya, y no lo cuentan para evitar la histeria y el caos general. A todo esto hay que añadirle, cartas enviadas por medios digitales, foros con todo el mundo opinando, revuelo social por la ocurrido con Excalibur, mensajes confusos por los medios de comunicación, el desastre del protocolo, etcétera. Evidentemente, entre todos estos “y si”, lo más probable es que realmente, una vez más, la realidad supera a la ficción. La desgracia es real, los incompetentes también. Dios quiera que Teresa se recupere y que todo quede en un susto. 

En el fondo, en medio de la sociedad digital, de la sociedad de la información, la única realidad es que no sabemos nada, absolutamente nada. Los políticos, faltos de ética, en muchos casos corruptos y buscando su propio interés en vez del bien social, creo que hasta se podría poner en duda su propia capacidad o, al menos, la de muchos de ellos. La prensa, entre presiones políticas y su propia ignorancia, es un elemento fantástico para decirnos lo que los políticos quieren que escuchemos, cuando no hay sesgo voluntario ofrecen la visión limitada y parcial de la información que tienen. Y qué decir de las redes sociales, con un efecto amplificador increíble y, a la vez, fácilmente manipulables. Siempre se ha dicho que la masa no piensa, la masa siente y es fácilmente dirigible; las redes sociales les han dado un poder increíble, sin embargo, ¿y si es un poder gestionable?, cierto es que no sería fácil de controlar pero quién dice que no hay líderes de opinión para los Social Media con el único objetivo de influenciar a la gente y llevarles hacia donde, nuevamente, quieren ubicarles.
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Una vez, el dueño de la empresa en la que trabajé, me dijo: “Santi, hoy has hecho un trabajo excelente”. Le miré sorprendido por la afirmación tras una reunión en la que había permanecido callado durante 2 horas. “A veces es mejor permanecer callado y parecer tonto que abrir la boca disipar todas las sospechas” concluyó dejándome pensativo. Quizás, en aquel momento, no aprecié el consejo, hoy es una de las máximas que intento seguir en mi vida, porque probablemente somos unos absolutos ignorantes sobre lo que realmente sucede a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, estamos en la sociedad de la desinformación.


martes, 1 de octubre de 2013

Adaptarse o morir

Esta tarde al coger un taxi comencé una conversación de esas que te hacen reflexionar. El conductor, Juan Carlos G.A. me contó una de esas historias que nunca conoces al protagonista.

Juan Carlos, era jefe de compras de una importante compañía del sector textil. Hace 2 años fue despedido cuando la compañía fue vendida a un grupo inversor. Sorprendentemente, cuando esperaba un ascenso, fue despedido sin indemnización. Con 48 años, después de 34 en la compañía, se quedaba en la calle, sin indemnización, con una familia a la que mantener y, sobre todo, hundido emocionalmente para poder enfrentarse a su nuevo status. Según sus propias palabras ”había perdido las ganas de vivir”.
Tras entender su realidad, comenzó las acciones adecuadas para buscar un acuerdo con la empresa a la que había dado su vida y, posteriormente, compró una licencia de taxista para poder sacar a su familia adelante.

Su primer día de trabajo, fue una sorpresa, en un servicio cogió de pasajero al Padre Ángel (premio Príncipe de Asturias de la Concordia) y tras contarle su experiencia, éste le regaló una Virgen de Covadonga. Cuando le dio la mano para despedirse sintió “como un relámpago de vida y felicidad”. Desde entonces llevó la virgen en el coche.
Juan Carlos, mantiene ahora a su familia, levantándose a las 6 de la mañana y regresando a las diez de la noche. Tiene de nuevo ganas de vivir y, sobre todo, de hacer vivir a los suyos. Cada mañana comienza su ruta de la misma forma que el día anterior sabiendo que lo importante es empezar cada día (Metodología), tener una razón por la que trabajar (Motivación) y arrancar para conseguir su objetivo diario (Movimiento). No es una cuestión de inspiración o de impulsos.

Unos meses después se encontró con un amigo que le dijo que tenía cáncer. Le regaló la Virgen de Covadonga. La siguiente vez que le vio estaba completamente recuperado.  ¿un milagro?
Fuera del componente de fe y de creencia, el caso de Juan Carlos es un ejemplo de adaptación, de entender las nuevas reglas del juego, de ser realista, de luchar por ser un ganador y, sobre todo, de comprender que levantarse después de haber caído es lo que realmente le realiza como persona.

domingo, 29 de septiembre de 2013

La teoría de las 3M’s: El camino del éxito. Metodología, Motivación y Movimiento.

Hace unos días un brillante ex-alumno que he tenido en ESIC me llamó y me preguntó algo sencillo: "¿qué 3 características, actitudes o valores consideraba imprescindibles en el camino hacia el éxito?"

Lo primero que le dije es que entendíamos como “el éxito”. Según la RAE lo define de 3 formas:

1.       m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
2.       m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
3.       m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.

Resumiendo, el éxito es la capacidad de conseguir los objetivos y las metas propuestas, entendiendo que en ella se aúnan las anteriores decidimos trabajar sobre ella y,  bajo esta premisa, reformulamos la pregunta de la siguiente manera: “¿qué tienes que hacer para conseguir tus objetivos?

Desde mi punto de vista hay 3 factores decisivos: Metodología, Motivación y Movimiento. Decía Gary Player, jugador profesional de golf: “cuando más entreno más suerte tengo”. Y eso es precisamente lo que pretende la teoría de las 3 M’s, tener el entusiasmo, la voluntad y el conocimiento para enfrentarse y resolver los problemas, pues sólo cuando resolvamos los problemas hallaremos el camino del éxito. Y, la única realidad es que los problemas no van a desaparecer.

Metodología

Decía el empresario y conferenciante Jim Rohn que el éxito no es otra cosa que la aplicación diaria de la disciplina. La suerte existe, pero como bien explicaba Player, cuando más preparado estás más fácil es que esté de tu lado. Y la única forma de prepararse es siguiendo una metodología.

La metodología nos ayuda en el desarrollo de las habilidades, en el control de los resultados, en la facilidad para distinguir lo urgente de lo necesario y de lo imprescindible. En definitiva, la metodología, nos ayuda a estructurarnos y, por lo tanto, a trabajar sobre objetivos y metas. Leemos habitualmente que los objetivos (y sus indicadores de medición - KPI) deben ser SMART (eSpecificos, Medibles, Alcanzables, Relevantes y a Tiempo) pero sin una metodología que lo apoye no se podrá establecer el proceso adecuado de seguimiento.

En definitiva, sin una metodología, sin hábito ni disciplina, no podemos seguir el camino elegido.

“La disciplina es el mejor amigo del hombre, porque lo lleva a realizar los anhelos más profundos de su corazón” – Madre Teresa de Calcuta

Motivación

Y si la disciplina nos lleva a lo más profundo del corazón es, precisamente, porque nos motiva. Napoleon Hill, referente en el mundo de la superación personal, citaba  lo siguiente: “Un deseo débil trae resultados débiles, de la misma manera que una pequeña cantidad de fuego crea poco calor”

El resultado que obtengamos está directamente asociado, como si fuera una ecuación matemática, al empeño en conseguir nuestras metas. Con un efecto exponencial, pues sólo los auténticos líderes son capaces de transmitir pasión y la pasión ayuda, sobre los mimbres adecuados, a conseguir resultados sorprendentes. La vida es demasiado corta para no sentirla y sólo las cosas hechas con pasión y sentimiento nos llevan nuestro objetivo.

“El único modo de hacer un gran producto es amar lo que haces” – Steve Jobs

Movimiento

El último punto, pero no por ello el menos importante. Decía Louise Hay que “todas las teorías del mundo son inútiles a menos que haya acción”. Es cierto. Podemos establecer planes perfectos, acciones de seguimiento específicas, y conseguir que la gente crea en nuestro proyecto, pero sin movimiento, sin ejecución, no existen resultados.

Decía Jack Welch que “la visión sin acción es un sueño. La acción sin visión es simplemente pasar el tiempo. Y la acción con visión es una diferencia positiva”. La acción y la motivación correcta, en el marco de una metodología adecuada nos permite saber qué hacer y cómo. El movimiento es el origen de cualquier proceso de éxito, es fácil recordar aquello de “prefiero pedir perdón a pedir permiso” o “te mueves o caducas”.

“Yo no creo en el fracaso. No es fracaso si te gustó el proceso” – Ophra Winfrey

La metodología nos debe dar disciplina y visión de la realidad, la motivación nos ofrece entusiasmo y el movimiento la acción necesaria para conseguir el éxito. En los entornos entrópicos, en los que el sistema no conoce reglas, es precisamente donde más necesario es el modelo de 3M’s que explicamos hoy.

lunes, 26 de agosto de 2013

Un oceáno azul en medio de un mundo entrópico

En medio de un entorno de máxima entropía es difícil encontrar negocios de éxito, por eso cuando encontramos un ejemplo debemos buscar las claves de su éxito, entenderlas, asimilarlas y aplicarlas para nuevos proyectos similares.
En post anteriores hemos hablado de las estrategias para salir de una situación entrópica, del autoempleo o de innovación. Y la pregunta es, ¿existen realmente casos de éxito que se puedan encontrar? La respuesta, como casi siempre, es sencilla, SI.
El caso que vamos a analizar hoy es el de una persona, dueño de su propia marca, dueño de su propio producto, casi exclusivo, con un servicio totalmente diferenciado, claro de cómo crearse su propio mercado y, en mi opinión, ejemplo claro de innovación. Florencio Sanchidrián, embajador mundial de Jamón Ibérico, Mejor Cortador de jamón del mundo, director de varias escuelas de corte y Vicepresidente del gremio de cortadores; ofrece un servicio único y exclusivo por el que los mejores paladares del planeta sueñan.

Pero, realmente, ¿qué diferencia hay entre Florencio y el resto de los miles de maestros cortadores que hay en España? Fundamentalmente que Florencio no vende un corte de jamón, el ofrece una experiencia única, vivida durante un evento exclusivo asociado a la degustación de las mejores piezas ibéricas que se pueden encontrar dentro de la gastronomía española. Un cortador hace un ejercicio, como si de un cirujano se tratase, casi quirúrgico en su desempeño, mientras Florencio, maestro entre maestros, derrocha arte e improvisación para transmitir a sus clientes una experiencia única. Así pues, es un claro en ejemplo de cómo crear un océano azul, él no lucha contra su competencia, simplemente ofrece algo diferente, perfectamente reflejado en una curva de valor que contiene su foco, divergencia y mensaje diferencial. Teniendo en el marketing experience un componente fundamental para distinguir ese servicio único, basado en las sensaciones y sentimientos generados, donde el comensal forma parte del propio evento con una forma de interacción casi desconocida en este tipo de actos.

Obviamente, es un caso de autoempleo corporativo, sus clientes son grandes corporaciones que utilizan sus servicios de manera selectiva pero con un grado de fidelidad enormemente alto, especialmente si lo comparamos con su sector.

Por último, es un ejemplo claro de innovación. Cuenta su leyenda que después de haber ganado ya algún cuchillo de oro se retiró a “aprender” a cortar. En realidad, no era una cuestión de aprender, era una cuestión de reinventar el corte, de convertirse de cirujano a artista. Era encontrarse con la esencia de la innovación.

He tenido la ocasión de compartir mesa y mantel con él en alguna ocasión y es una experiencia increíble compartir con él su conocimiento y su arte y, sobre todo, su humildad. Su éxito está en su alma.

Gracias amigo Florencio.

domingo, 11 de agosto de 2013

Innovación: superar el entorno gracias a la reinvención constante

Vivimos tiempos difíciles, casi oscuros diría yo, para los proyectos empresariales. Sin embargo, esta oscuridad, este terror en el que estamos encerrados ofrece oportunidades que se pueden aprovechar. Ya hemos hablado muchas veces de la situación de entropía extrema en la que nos encontramos, situación que podrá suavizarse pero que no cambiará en el futuro. Las reglas han cambiado y sólo adaptándonos podremos triunfar.

El gran reto de las empresas es conseguir variables diferenciales para poder competir en su mercado o en nuevos mercado, es decir, aprovechar su conocimiento para explotar las nuevas oportunidades ya sea por valor creado (diferenciación) o encontrar nuevos mercados en los que su producto puede ser algo rompedor. En ambos casos resulta fundamental el grado de innovación que se puede ejecutar en la empresa y, por ende, en sus productos.
La primera pregunta sería si es necesario innovar. La respuesta es sencilla, NO, o al menos NO en el corto plazo. La realidad es que hay otras prioridades, tareas que sí o sí las empresas tienen que hacer si quieren sobrevivir . Aprendamos a competir, ya lo decíamos hace algún tiempo la clave es poder competir. Jack Welch, a quien ya hemos citado en alguna ocasión, lo tenía claro: “sino puedes ofrecer algo diferente no puedes competir”, aunque en el corto plazo el primer objetivo es sobrevivir y como bien dice Emilio Duró “si haces lo mismo que la bestia te acabas convirtiendo en un clon de la bestia”, y eso puede ser parte de un éxito asegurado, al menos, en el corto plazo.
Louise Hay, una de las grandes precursoras de las técnicas de autoayuda, lo explica sobre las personas diciendo que “a veces preferimos morir a cambiar de hábito”, es cierto, y al final las empresas las dirigen las personas y aplican en las mismas sus reflejos emocionales. Es habitual en cualquier organización que la mayoría de sus miembros casi nunca reconozca los errores que comete y más complicado, si cabe, que quieran cambiar “sus hábitos” para mejorar. Este cambio tiene que venir vía la innovación, especialmente en el entorno en el que nos encontramos. Y para innovar, lo primero que tenemos que saber es que innovación no es tecnología, al menos, no de forma directa.
Uno de los grandes gurús sobre la innovación en España, Alfons Cornellá, define la innovación como la capacidad de convertir las ideas en valor ofreciendo soluciones que contienen nuevos beneficios. Para conseguir el éxito la innovación dentro de la organización debe cumplir una serie de requisitos dentro de la organización debe:

1.       partir de una situación realista

2.       ser un proceso constante

3.       estar basada en modelos sostenibles de negocio

4.       tener un objetivo determinado
En definitiva, debemos conocer nuestra situación, establecer un proceso, buscar la garantía de existencia en el medio plazo (sostenibilidad) e ir orientados a un objetivo concreto. Es fundamental que este dentro de la estrategia de la empresa ya que como dice Michael Porter, “el 75% de las empresas carece de estrategia y se limita a copiar” y, como ya hemos dicho, el carecer de diferenciación propia es una solución que temporalmente, incluso a medio plazo, puede ser adecuada pero es muy difícil que a largo plazo sea una estrategia sostenible.
En medio de un entorno de alta inestabilidad, con reglas del juego difícilmente gestionables que forman parte de ese estado de entropía que ya hemos definido en anteriores ocasiones, estamos en un escenario donde la presión es una máxima intrínseca al mismo y debemos aprender a lidiar con ella de formar constante si queremos tener éxito. Ferrán Adriá afirma que "sin presión no hay innovación", así que para superar la presión del entorno entrópico debemos mantener un proceso de innovación constante.

viernes, 9 de agosto de 2013

Las nuevas reglas y la gestión del tiempo


Unas de las pocas certezas absolutas relativas a la naturaleza humana nos las asociadas al tiempo, juez máximo de la vida que pone a todo el mundo en igualdad y que dicta sentencia sin que su pulso tiemble. Las nuevas reglas no varían lo invariable pero hacen, si cabe, que en el corto plazo tenga más importancia.

Hay 3 variables asociadas al tiempo que se deben entender para afrontar los retos de este nuevo entorno:

-          La gestión del cambio

-          La elección del momento

-          La visión del futuro

Jack Welch, el todopoderoso hombre de la General Electric, decía: “cuando el ritmo de cambio fuera de la empresa es superior al de dentro de la empresa, el final está cerca”. El mayor problema de la afirmación de Jack Welch es que la velocidad de cambio en el nuevo entorno tiende a infinito, lo que supone, desgraciadamente, que nunca puedes saber si tu velocidad es la adecuada. Veamos el ejemplo de la telefonía móvil, donde los principales “players” de hace 5 años en el mercado o son secundarios, o han sido adoptados o están muertos. Nokia, HTC, BlackBerry o Motorola han pasado por distintas situaciones que les han condicionado su presente cuando en el mejor momento de su pasado estaban. Dice Kotler que “si en 5 años estás en el mismo negocio que en el que estás ahora, estarás fuera del negocio”. Gran verdad. El reto no fue ser líder, innovador, intrépido para encontrar una oportunidad, el gran reto en la empresa se vive día a día, la empresa es un ser vivo y como tal está en un proceso de cambio permanente.

Pero, ¿es posible gestionar el cambio y seguir vivo? La respuesta es sencilla, sí. Es cierto que los períodos de recuperación de inversión cada vez son más cortos con los riesgos que ello conlleva, que el dinamismo intrínseco al mercado obliga a conducir a ciegas, o casi. Pero, sin duda, es posible, la clave sencilla: Talento y disciplina. No sirven los visionarios ni los gurus, tampoco los controles excesivos, la empresa necesita un equilibrio entre visionarios y ejecutores de alto nivel. Es curioso como en las multinacionales buscan mentes pensantes para ver el futuro, controladores para gestionar la ejecución y un toque de talento para estar cerca del mercado. Sólo así se consigue sobrevivir al cambio.

El segundo punto clave es la elección del momento, y si bien decíamos que estamos en un proceso de cambio permanente elegir adecuadamente cuando iniciar la acción es un punto clave para el éxito. Según Seth Godin, “el mejor momento era el año pasado, el segundo mejor momento ahora”, no es que siempre tengamos que empezar los proyectos o iniciativas los primeros, llegar antes tiene riesgos como bien sabemos, sin embargo, con el adecuado control del entorno es un factor muy importante. El riesgo de llegar el primero es realizar inversiones con largos períodos de recuperación y crear estándares que otros podrán aprovechar, pero, por otra parte, las ventajas de posicionamiento son realmente interesantes si se puede sacar el beneficio adecuado. La gran pregunta es si tenemos la capacidad adecuada para aguantar hasta que llegue el éxito, Warren Buffet afirmaba que “el tiempo es amigo de los buenos negocio y enemigo de los mediocres”; uno de los principales retos es saber decidir cuando aprovechar nuestra oportunidad en el mercado, nadie tiene recursos ilimitados ni puede aguantar eternamente, el tiempo es parte del éxito y ayuda a eliminar aquellos proyectos oportunistas. En el entorno de máxima entropía en el que nos encontramos es difícil tener la opción de fallar, por eso la elección del momento, o aguantar hasta que llega, es fundamental para tener éxito y, por supuesto, para eliminar a la competencia.

Por último, la visión del futuro resulta crítica, si bien decíamos que el cambio es siempre necesario hay que tener claro el objetivo del cambio. En este aspecto es necesario tener 2 planos de visión, a medio/largo plazo con un plan adaptable y objetivos definidos; a corto plazo, donde la velocidad es fundamental, creo que la expresión adecuada para la visión a corto plazo es “si crees tener todo bajo control es que vas demasiado despacio”, debemos ver en el medio plazo mantener la posición y saber hacía donde vamos pero es imposible en una situación de plena entropía un exceso de control. Nunca la parálisis por el análisis puede llegar a bloquear una empresa,  aunque a veces ocurre, especialmente en las grandes multinacionales, por lo que las empresas dinámicas, entrópicas, nacidas en medio de las nuevas reglas tienen una oportunidad que las grandes corporaciones son incapaces de aprovechar.

“El tiempo vale más que el dinero. Siempre puedes obtener más dinero pero nunca puedes obtener más tiempo”. Gestionar el cambio, buscar el momento y tener la visión adecuada en el momento oportuno es un arma que las empresas entrópicas no pueden desperdiciar.