domingo, 26 de mayo de 2013

Sin dinero o con dinero hago siempre lo que…

Sin dinero o con dinero hago siempre lo que… Pues no, no lo podemos hacer… 

Algo que me deja en "indefenso" y sin argumentos es una realidad que aún no alcanzo a comprender, porque la única respuesta prefiero pensar que está aún lejos de mi alcance.

Corren tiempos difíciles, es algo evidente y que en tiempos pasados algunos abusaron de lo que ahora se nos pide a todos es verdad. No sé si una ilusión, una fantasía pero por aquellos 1998 parecía que íbamos a alcanzar el cielo y que descubriríamos America de nuevo. 

El gasto y endeudamiento se instaló en nuestras vidas y comenzó a dar alas a los financieros de manera que era normal escuchar de tal broker que ganaba 500.000 de ficha al año... 

El trabajo del conocimiento aún no estaba conceptualmente instalado en la sociedad y el trabajo productivo, lo real, lo que se fabrica por tal o cuál empresa, perdió valor frente al trabajo del propio dinero o el trabajo financiero. Aparecieron productos financieros derivados, algunos de los cuales eran rentables si quebraban ciertas posiciones y resultó por un momento más rentable apostar a la quiebra de empresas que al éxito y plas. Caldo de cultivo listo para hervir. Jugar al CASINO con garantías y seguros...  

Hoy cosas a las que llamamos crisis, son las consecuencias de malas políticas y buenos ladrones que han tenido claro que hay que volver a explotar al ser humano. 

Hoy lo que toca es un cambio. Lo que llamamos crisis, parece mejor explicarlo como cambio de paradigmas. Cambio en el modelo de relacionarse las personas con las empresas. Tanto las empresas de las que consumen como de las empresas a las que prestan servicios. En la que desarrollan una actividad profesional, facturando una minuta por ello. 

Desde hace mucho la palabra empleo me ha parecido vieja y anacrónica. EMPLEO como si las personas fueran objetos empleables. Y luego está la palabra empleador. Que irrita igual que salario. Palabras que desterraría del diccionario moderno, por lo menos en la cultura del conocimiento

Hoy nos piden confianza para que el sistema se recupere y volvamos a la senda del crecimiento. Nos invitan a emprender, nos convencen y nos convencemos de que hay que emprender y crear un tejido industrial, que por cierto, hasta ahora es casi inexistente en España, materia en la que no destacamos sobre otros como Alemania… 

Indignación o resignación. ilustro con un ejemplo la paradógica situación con la que algún emprendedor y empresario se encuentra. 

Chema es un tipo que tiene un 25% de una Starptup que lleva 5 años desarrollando y vendiendo tecnología y prestando servicios. Factura con un volumen de negocio de 0,5MM€ y con un crecimiento Q1-2012 con Q1-2013 del 53% Además Chema tiene un patrimonio inmobiliario sin carga hipotecaria de 0,55MM€. 

La empresa de Chema este jueves cierra la ampliación de capital y Chema pide un préstamo de 35.000 Euros para comprar más porcentaje yendo ya con 80.000 euros. Varios bancos tienen el expediente de la empresa desde hace tres semanas. Pues aún no los ha conseguido.  

En cambio Nacho con una nómina consiguió en 2012, en siete días un préstamo de 46.000 € para comprar un coche… Nacho además tiene huna hipoteca de 0,55 MM€ y otro préstamo de 15.000€ pendiente de amortizar. 

 ¿Es esto razonable

 Si de verdad queremos corregir lo que viene llamándose "la crisis", hay que empezar por entender que no es crisis lo que hay, sino una avaricia instalada y por la que los que ganan grandes cantidades de dinero, las grandes fortunas, no aumentan su gasto y el dinero hoy está en manos de quienes gastan menos de lo que ingresan dejando a los demás con una limitación irracional de recursos económicos con los que producir VALOR y mejoras que aporten crecimiento a la sociedad

Es una sociedad absurda que premia al que gana dinero con el dinero de otros y no al que inventa, produce y resuelve avances para la sociedad, como hace cualquier empresa que produce y no especula. 

Desgraciadamente sigue instalada la idea de que el trabajo del dinero ha de rentar más que el trabajo productivo, convirtiendo dotando de más valor al recurso objeto dinero que a la persona, y el trabajo productivo. 

Es inevitable frente a algunas evidencias quedarse en pelotas y no poder explicar las cosas que son inexplicables por su harto contrasentido. 

¿Qué es lo que nos mueve? ¿Qué se mueve? ¿Quién lo mueve? 

Parece mentira que en ciencia el mundo esté tan avanzado y en política social y simbiosis para crecer y mejorar las condiciones de vida de TODO el planeta, estemos tocando los cojones con Ba, R Ce, Na, S (Bario, Cesio, Sodio y Azufre). Azufre que apesta y que impregna a un sistema mal pensado, perverso y que quizá, o no, tiene como objeto esclavizarnos para que no podamos crecer y evidenciar que los políticos que manejan el poder y los designios de España, y nos presenta a un abogado del estado (Licenciado en Derecho, con una oposición de cojones de chunga) dando una explicaciones sobre el despido que no hay quien las defienda.

¿Es que somos tontos?

viernes, 24 de mayo de 2013

¿Qué diferencias hay entre afrontar una crisis y un estado de entropía constante?

En reflexiones anteriores explicábamos que la realidad es que no estamos en una crisis, al menos no en la acepción habitual de la palabra, sino en un pleno proceso de cambio y sólo dejando de intentar salir de la crisis y afrontando la realidad seremos capaces de resolver la situación que tenemos.

La gran diferencia entre resolver una situación de crisis y una situación de entropía es el objetivo final, los criterios de control y la gestión del tiempo en la consecución de ese objetivo.

Desde el punto de vista de el objetivo final al tratar de salir de una crisis es recuperar una situación o status idéntica o, al menos, similar que la que teníamos en origen; por el contrario, en una situación de entropía la clave pasa por la adaptación a un nuevo modelo y conseguir estabilidad y sostenibilidad en el nuevo entorno.

La crisis se afronta con medidas temporales, defensivas y de naturaleza reactiva. Por el contrario, ante una situación entrópica las medidas son permanentes, ofensivas y de naturaleza proactiva. Decisiones como reajustes de personal al tiempo que se intenta mantener la cuota de mercado o el nivel de producción, o reducir el volumen de stock para generar liquidez, son medidas tomadas a posteriori y como respuesta a la situación que se ha generado. Otras decisiones como establecer planes de diversificación, hacer acciones de desarrollo de negocio sobre nuevos segmentos de “no clientes”, cambios innovadores o proyectos de externalización son medidas de cambio y adaptación.

Con una visión más orientada a los resultados y los criterios de control podríamos decir que las medidas anti-crisis son, por lo general, restrictivas orientadas a la rentabilidad de los resultados en el corto y medio plazo como parte de una visión conservadora. Sin embargo, en un entorno de entropía debemos hacer cosas diferentes, al propio Albert Einstein le atribuían la frase de “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Esa debe ser precisamente la visión que nos tiene que llevar al cambio para adaptarnos al medio en un entorno de entropía, no importando tanto los resultados a corto plazo sino el modelo de negocio que se tenga al final del proceso. Con esta premisa la naturaleza del cambio es distinta y debemos aproximar nuestra visión más a un proceso de reingeniería, con una medición de resultados marcada en 3 etapas:  en el corto plazo, criterios asociados a las fases a cumplir; en el medio, indicadores de resultados básicos; en el largo, rentabilidad de las acciones tomadas.

Por último, mientras que desde un punto de vista de gestión del tiempo la crisis es, o al menos se entiende como, cíclica, una situación de entropía constante no es cíclica sino, como su propio nombre indica, permanente.

En definitiva, la gestión de la crisis se hace con medidas correctoras y el cambio de entorno se debe hacer con medidas transformadoras. El proceso de transformación es a más largo plazo y se produce como consecuencia de un cambio en el modelo mientras las medidas anti-crisis buscan resultado a corto plazo y resultadistas.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Fundamentos

Que el escenario ha cambiado es un hecho. Independientemente de las tendencias de las variables macro del país, no nos volveremos a encontrar la situación como estaba. Esto puede suponer como, comentaba Santiago en este mismo espacio, un cambio de reglas. Podemos matizar más, un cambio de actores o mejor de roles, cambio de la forma de interrelacionarse y un cambio cultural o de percepción social.
La tan temida variable precio en los últimos años no ha resultado ser tan definitiva como nos tenía acostumbrados. Empresas sin tener los precios más bajos compiten, y aún crecen, mientras que otras que eran líderes en este ámbito han caído estrepitosamente.
 Es difícil adaptarse ya que por naturaleza las empresas, como extensión de las personas, tienen aversión al cambio. Tendemos a perpetuar y repetir el modelo de los periodos anteriores hasta verlo languidecer del todo.
 Lo cierto es que cambiemos reglas o no, lo que no ha cambiado es el juego. Cualquier entrenador de baloncesto nos diría que jugando en Europa, o en E.E.U.U. (que tienen reglamentos distintos) lo que cualquier jugador debe tener claro son los fundamentos para poder competir. Es decir, contestar con claridad a estas sencillas preguntas; Qué vendemos, porqué lo vendemos, a quién y dónde se lo vendemos,  cuando lo vendemos y cómo. Aunque esto parezca una obviedad, no lo es, intentémoslo y nos daremos cuenta de que no contestamos con tanta facilidad, y que desde la última vez que nos contestamos  a estas preguntas la dinámica de la empresa ha hecho que las respuestas no sean las mismas. Replanteemos estas cuestiones, nos darán muchas pistas sobre lo que debemos hacer para readaptarnos y competir.
 Si bien es cierto es que lo realmente interesante sería ser capaces de meternos en la piel de nuestros clientes y contestar de igual manera. ¿Qué veo, como cliente, que venden? ¿Por qué entiendo que debería comprar? ¿Entiendo si  su oferta va dirigida a mi? ¿Puedo comprarlo?
Si somos capaces de obtener respuestas reales a estas preguntas tendremos un gran camino andado e información suficiente para tomar decisiones fundamentadas. Lo que sería realmente brillante, y nuestro objetivo al fin y a la postre, es que las respuestas, en ambos casos, sean las mismas

lunes, 20 de mayo de 2013

¿Cómo enfrentarse a un estado de entropía constante?

John F. Kennedy dijo: "No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país". Esta frase trasladada a España, en la actualidad, debería hacerse como: “Me pregunto si mi país va a hacer algo para dejarme que le ayude”. En realidad, parecería casi irónica si la hiciéramos como la formuló el famoso Presidente y la respuesta iría acompañada de comentarios sobre el desempleo, la sanidad, la educación o las reducciones en los servicios y en el gasto público.

Sinceramente, creo que el problema es que ni nuestros gobernantes ni nosotros mismos hemos querido aceptar el cambio de escenario. Es difícil aceptar los cambios, sobre todo cuando son a peor, parece preferible decir que estamos en una crisis, que históricamente ha sido temporal, a decir que vivimos un sueño y que, por supuesto, a partir de ahora estamos en un estado de entropía constante. En este escenario sólo hay una cosa segura, para ayudar a los demás y a nuestro país, primero debemos ser capaces de ayudarnos a nosotros mismos.

Pero, ¿cómo enfrentarse, a nivel personal, a este estado de entropía constante?

Antes de nada debemos ser realistas, entender la situación actual, comprender nuestras propias limitaciones y, sobre todo, conocer las reglas que rigen este nuevo entorno. Después debemos ser capaces de diseñar nuestro propio plan, basándonos en el cambio de reglas, incluyendo nuestro propio trabajo y, por ende, nuestro propio futuro. Hasta ahora nos podíamos apoyar en los demás, en el estado y sus ayudas, o incluso en la dinámica del mercado. Sin embargo, en el nuevo status nadie hará lo que no vayamos a hacer nosotros mismos.

En realidad, nosotros y sólo nosotros vamos a diseñar nuestro futuro. Es más, quizás no sea muy distinto el entorno de trabajo al que tuvimos antes de el sueño de la “prosperidad eterna”. Dos de las reglas mencionadas en este foro, la regla del coste de oportunidad y la regla del caleidoscopio serán fundamentales a la hora labrar el propio futuro. Mientras la primera es fundamental para elegir la decisión correcta entre las distintas alternativas que tengamos, la segunda nos ayudará a conseguir una visión adecuada del mercado encontrando los nuevos mercados a los que nos tenemos que dirigir y, por tanto, establecer en ellos el futuro crecimiento de la organización.

domingo, 19 de mayo de 2013

Las reglas han cambiado


Después de años de bonanza económica, en el año 2.007 alguien empezó a vislumbrar una amenaza que asomaba pero que en medio de un sueño nadie quería reconocer, estábamos en crisis. Han pasado 6 años y seguimos en crisis, ¿o no?
En realidad no estamos en crisis, simplemente las reglas del juego han cambiado. Las empresas se enfrentan a un mercado más pequeño, con una competencia más agresiva y con un cliente más selectivo, además, las nuevas tecnologías condicionan las formas de comunicación y de venta ofreciendo opciones globales en mercados locales.

¿Cuáles son las nuevas reglas que regulan los mercados y el nuevo entorno competitivo?
Existen 5 reglas que definen claramente el nuevo entorno.

-          Regla del coste de oportunidad. A diferencia de lo ocurrido en los tiempos de bonanza los recursos son limitados y, por tanto, el coste de una elección errónea tiene un impacto enorme pues la capacidad de reacción de las empresas es muy limitada.

-          Regla de la máxima incertidumbre. Los criterios y los períodos de decisión son incontrolables, y si bien el precio tiene más peso que nunca, la incertidumbre intrínseca en el mercado hace que los procesos se puedan dilatar de forma descontrolada.

-          Regla de la máxima flexibilidad. No es suficiente con una selección correcta de las inversiones y de las oportunidades a desarrollar, además debe hacerse con la máxima flexibilidad. La limitación presupuestaria en términos de inversión (CAPEX) y el interés en minimizar las barreras de salida obliga a buscar modelos basados en la gestión del gasto (OPEX).

-          Regla del esfuerzo óptimo. Las compañías limitan al máximo la inversión asociada al beneficio ofrecido al cliente. Cada vez más exigente, el cliente quiere el mejor servicio posible pero a su vez pagar lo menos posible, por ello las compañías igualan sus servicios y se diferencian cada vez menos dando el mínimo posible no por la necesidad del cliente sino por comparativa con la competencia.

-          Regla del caleidoscopio. Las compañías amplían su campo de visión, hacia nuevos grupos de clientes o hacia nuevos mercados. Buscar oportunidades de venta entre históricos no clientes de la compañía y ampliar la salida hacia proyectos internacionales, ya sean en América Latina o dentro de la Unión Europea. La aproximación es que todos los mercados se reflejan los unos en los otros en términos de Atractivo-Competitividad, al menos, en el medio plazo.
¿Por qué decimos que no es una crisis sino un cambio en las reglas del juego?

Independientemente que en el futuro se puedan recuperar datos positivos de crecimiento y de gasto público en nuestra economía las empresas han entendido que para ser competitivas han de cumplir estas reglas. Sólo las compañías que cumplan estas reglas serán competitivas en el futuro.

Competir, competir, competir


Las reglas han cambiado y la forma de salir de esta situación, denominada por la mayoría, especialmente por intereses políticos, como crisis, es cambiar nuestra forma de pensar y nuestra forma de afrontar los problemas. Sinceramente, creo que la mejor forma de salir de la crisis es dejar de intentar salir de la crisis.

Sin duda, esta frase queda muy lejos de la visión de nuestros políticos, esos que se apalancan en la crisis para conseguir justificar su gestión, pero es, quizás, la única forma que tendremos para salir de la misma. Entender que no estamos en crisis y si en el estado natural del siglo XXI nos permitirá hacer una aproximación más real de la situación y, por tanto, tomar decisiones tanto a nivel personal como empresarial mucho más acertadas. La situación ofrece un enorme elenco de oportunidades que debemos aprovechar, es más tenemos la obligación moral de hacerlo. Desde un punto de vista empresarial hay que saber qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo; entendiendo una serie de axiomas básicos:

-          no existen segundas oportunidades. Si haces algo, por muy innovador que sea debes hacerlo bien a la primera. El mercado de hoy en día no permite errores
-          los recursos se deben administrar de una forma óptima, la flexibilización de los mismos y su asignación resulta mucho más crítico con las nuevas reglas. Nunca el coste de oportunidad fue tan elevado como ahora mismo. Por ello, más que nunca las decisiones se toman menos con el corazón y más con la cabeza
 
En los últimos 6 meses me han presentado al menos 5 proyectos de creación de empresas, en todos ellos coinciden varias circunstancias  a la hora de definir el escenario: una ilusión extrema del emprendedor, una idea con un potencial interesante si se explota bien y carencias muy graves a la hora de valorar los procesos de producción, de distribución y de comercialización. Sin duda, la cultura y el espíritu del emprendedor es encomiable, y más en el escenario actual, pero hacer una mala evaluación de la situación puede llevar a un fracaso seguro. Decimos que no hay financiación para nuevos proyectos, pero ¿quién daría fondos a proyectos con errores básicos de concepto?

En realidad, para un emprendedor, un proyecto de empresa debe tener tres pilares: la idea, las personas y la ejecución. Sólo la gestión adecuada de las personas sobre una buena base conceptual  nos permitirán ejecutar el proyecto que tenemos entre manos. El mismísimo Steve Jobs decía que la innovación no tiene nada que ver con cuántos dólares se gastan en I+D, se trata de las personas que tienes, cómo diriges y cuánto consigues.
Pero, ¿es de verdad necesario innovar para ejecutar un proyecto de éxito? La respuesta es sencilla, no. Evidentemente la innovación, la puesta en marcha de ideas diferenciadoras que distingan de la competencia, es una característica fantástica pero es mejor identificar y explotar una idea de negocio copiando a un líder que embarcarse en un proyecto donde no se sabe si se tiene la capacidad de ejecutarlo.
Una vez sabido que la innovación, o en su defecto encontrar un modelo claro al que imitar, y la capacidad para ejecutar las ideas es fundamental para encontrar el éxito, se debe tener claro el primer objetivo cuando se empiezan a comercializar productos o soluciones. Hay que ser capaces de competir y para ello cumplir con una serie de requerimientos básicos, que no por conocidos, son siempre cumplidos:
-          Compra barato
-          Da valor para vender más caro
-          Simplifica los procesos
-          Piensa las necesidades de tu cliente para diferenciarte

No hay crisis, simplemente las reglas han cambiado. Hay que aprender a competir en este nuevo entorno.
Compete, compete, compete!!!!